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Muchas veces, en los zoológicos o algunos parques de conservación animal, los visitantes tienen la costumbre de alimentar a los animales; a pesar de que suelen verse letreros con la leyenda "No alimente a los animales". Desobedecer esta norma bien podría considerarse como maltrato animal, aunque a primera vista no lo parezca.
Los animales en su estado natural llevan una dieta equilibrada, comen lo que su organismo necesita porque su cuerpo se ha adaptado al entorno. En cambio, los humanos suelen consumir productos artificialmente creados y sin ningún valor nutricional, sobretodo cuando salen de paseo. Productos como papas fritas, refrescos, dulces y chocolates, no faltan en las visitas a parques y museos; comida que los visitantes (especialmente los niños) comparten con los animales.
Si en los humanos podemos observar las consecuencias de una dieta que incluye "productos chatarra" en exceso, con mayor razón en los animales. Tal es el caso de una Kookaburra de Sidney, Australia (imagen en esta nota, lado derecho), que desarrolló un cuadro de obesidad debido a que la gente de un parque la alimentaba con salchichas.
En palabras de Gemma Watkinson, enfermera de un hospital de vida silvestre:
"Ha estado en el centro de rehabilitación por un par de semanas... En la naturaleza habría comido animales pequeños como ratones o lagartijas enteras, pero las salchichas son demasiado para ella".
En los zoológicos, los animales tienen la fortuna de contar con un médico veterinario; pero los animalitos silvestres que merodean cerca de los parques no tienen ese privilegio.
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