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EL NIÑO QUE QUERÍA SABER QUÉ SE SENTÍA SER GANSO

Había una vez un niño en la lejana Irlanda que su única ilusión era saber lo que sentía un ganso al volar por el aire. Después de mucho pensar en ello decidió ir a ver una bruja que vivía cerca.


EL NIÑO QUE QUERÍA SABER QUÉ SE SENTÍA SER GANSO


Ella lo escuchó con atención y, aunque le parecía que se trataba de un deseo muy raro, consintió en convertirlo en gansoEl niño no quería ser ganso para siempre, quería volver a ser niño para recordar sus experiencias, de modo que la bruja le prometió que al final del invierno, volvería ser niño y ¡zaz!, he aquí que nuestro amigo era ya un ganso.

De repente, sintió un fuerte deseo de unirse con otros gansos y volar, ¡qué emoción! el aire lo llevaba en su cuna, seguro y feliz. Las corrientes de viento le enseñaron a sostenerse elevado y a sentirse libre.

De pronto vio una parvada de gansos que volaba al Sur para asar el invierno en un país donde habría mucha hierba y agua. Nuestro amigo fue bien recibido, puesto que era un ganso muy bello y fuerte. Cruzaron el océano seguros y unidos; cuando por fin llegaron cansados a tierras calientes bajaron y comenzaron a comer lo que había en los pantanos.

El niño de repente encontró deliciosos los tallos tiernos de zacate y los insectos, y olvidó que nunca antes había comido esas cosas.

Así pasaron los meses de invierno. Un día, la parvada de gansos alzó el vuelo. ¿Por qué?, se preguntó el niño, todos sentían deseos de volver a su querida tierra. Allí ya comenzaba la primavera, debían regresar a pasar el resto del año y cuidar de los polluelos que seguramente mamá gansa empollaría. Otra vez alzaron sus poderosas alas y dejaron que los vientos los llevaran de nuevo a su hogar.

El niño, sin embargo, tenía que volver a ser lo que había sido antes: ¡un niño! y así fue, pero tuvo la mala suerte de caer, una vez convertido en niño, sobre un manzano que era propiedad de la bruja. ¡Qué cuento! Al caer, rompió una rama que tenía tres manzanas. La bruja salió dando terribles gritos acusándolo de robarse sus manzanas.

Lo llevó con el juez del pueblo. Él los oyó y dijo: "Con que acusas a este niño de robar tus manzanas. Lo hubieras esperado a que aterrizara bien antes de convertirlo en niño otra vez".

Y al niño le dijo: "Te absuelvo, llévate las tres manzanas, pero de hoy en adelante, ya nada de volver a querer ser ganso".

Así lo hizo el niño, pero nunca olvidó los felices meses que pasó volando libre con el viento.

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