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Para algunos, la esterilización es una forma de maltrato, pues según argumentan ellos los animalitos tienen derecho a la reproducción y "castrarlos" es un crimen.
La verdad detrás de esta afirmación es la siguiente:
Para muchos hombres y mujeres, la virilidad o feminidad están determinados por el aparato reproductor. Muchos varones piensan que al hacerse la vasectomía dejan de ser hombres, que pierden su masculinidad.
Y varias mujeres creen que al operarse las trompas o hacerse una histerectomía dejan de ser mujeres, no tanto por perder una parte de su cuerpo, sino porque ya no pueden traer más hijos al mundo; y en nuestra sociedad la maternidad se considera como la función de la mujer por excelencia.
Estas ideas los dueños las traspasan a los animales, aunque ellos no tengan estos sentimientos en lo más mínimo.
Por ejemplo, una señora decía: "No he esterilizado a mi gatita porque no quiera que se pierda la oportunidad de ser madre, algo que es imprescindible en toda mujer".
Lo cierto es que una gata sufre muchísimo más al tener crías y no poder conservarlas, que al no tenerlas.
Los gatos y perros no tienen estos pensamientos creados por la mala cultura de género que tenemos. A ellos no les importa la hombría ni la maternidad sobrevalorada. Simplemente hacen lo que tienen que hacer y ya, no lo razonan.
En cambio, los seres humanos si que pueden comprender los riesgos de salud que conlleva la no esterilización: sobrepoblación de animales (que en ocasiones lleva a la matanza de estos de formas crueles), aumento de probabilidades de padecer cáncer o tumores de matriz, agresividad, abandono de mascotas al no poder conservar a las crías, etc.
La esterilización protege a nuestra mascota y aumenta su calidad de vida. Es indolora y no representa ningún riesgo para su salud física o emocional. Son los humanos lo que tienen sentimientos negativos al respecto, los animales no; pero precisamente por esto, son los humanos quienes deben hacerse responsables.
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